Había una vez

Publicado por Níquel , sábado, 5 de febrero de 2011 14:03
















El pesimismo es un juego seguro. Así no puedes perder nunca, solo puedes ganar. Es el único punto de vista desde el que nunca te sentirás decepcionado.
Thomas Hardy


Mi abuela tenía razón cuando me decía que no se debería buscar darle gusto a nadie, porque eso no es posible; siempre hay inconformes y uno termina por quedar mal hasta con uno mismo.

Si estoy cansada tomo un descanso, aunque me llamen floja; si considero que lo que hago es correcto, lo defiendo así me llamen necia; si no tengo nada que decir, no hablo, así me llamen muda.

No voy a negar que he vivido momentos deliciosos rumiando un absurdo; sin embargo, al entender que la situación es absurda, uno puede darse el lujo de ser todo lo absurdo que se quiera, porque la conciencia es la que le otorga el sentido.

Últimamente he tomado conciencia de lo fácil que es vivir en el pesimismo, lo fácil que es ser pesimista y también lo difícil que es convivir con alguien pesimista.
También creo que ser feliz es sumamente sencillo. Sólo hay que abrir los ojos y los oídos y eso es suficiente. Basta con sentirse amado para ser feliz, `EL me ama constante y gratuitamente. Soy feliz.

Pero sin duda ser feliz también es un acto de valentía, porque a diferencia del pesimismo no se tiene la certeza de cuánto ganar, no es un juego seguro. Uno puede abrazar, amar y proteger a otro ser humano y ese ser humano puede corresponder abrazando, amando y protegiéndote a ti. O puede cometer la más alta traición: mentirte, golpearte, burlarse.

En cambio si eres pesimista, desde el principio apostarás por lo segundo y muy ufano dirás he tenido razón. Pero ni siquiera habrá esta posibilidad, porque no te permitirás abrazar, amar o proteger a alguien más, con excusas que jamás faltan: me han tratado mal, no se lo merece, soy mejor que eso, la vida me ha enseñado a no confiar, a no amar.

Y tienen toda la razón, la mayoría de los hombres han recibido pruebas suficientes como para no sonreír jamás, no abrazar jamás, no creer jamás. Pero eso es lo fácil, eso lo haría cualquiera, los que me impresionan de verdad son aquellos que han recibido las mismas pruebas que los pesimistas, aún así se atreven a ser felices.

Así día tras día hay hombres que ejercitan su incapacidad a ser felices -según ellos: lo critican todo, desde las cosas más estúpidas como la comida, hasta las más complejas como las personas, pero no se atreven a aportar algo que cambie la situación.

Pueden tener todo para ser felices: grandes amigos, grandes familias, gran trabajo… sin embargo se sienten incapaces a la felicidad. Así lo creyeron una vez, así se lo repiten día tras día, así pretenden pasar el resto de sus días.

Es por eso que considero que las sonrisas son un acto de valentía, los hombres amado a los hombres a pesar de que el mundo dicta que un pobre debe odiar a un rico, un anciano a un joven, una nuera a su suegra, son jugar un juego incierto.

Ser feliz implica abandonar comodidades, exponer el corazón, arriesgarse a ser lastimado, ser nuevo cada día, olvidar las ofensas, perdonar con rapidez, hacer el bien a pesar del mal que te han hecho… así me dijo la abuela que podía ser feliz. Si quería.