Mi nulo patriotismo
Publicado por Níquel , miércoles, 15 de septiembre de 2010 12:42
Cuando recibí la bandera de México que me envió el presidente de lmos Estados Unidos Mexicanos Felipe Calderón Hinojosa por motivo del Bicentenario de la Independencia de México y el centenario de la Revolución Mexicana no sentí nada.
No sé si preocuparme por mi falta de patriotismo, pero yo no siento nada cuando alguien dice patria, país, México… de verdad que no.
No tengo júbilo y entusiasmo y enos orgullo para siquiera atreverme a colgar la bandera en la ventana o en la pared de mi casa, como si he visto que lo hacen mis vecinos.
Más bien me da tristeza ver como los edificios se llenan de falsos colores de alegría, banderas por aquí por allá y por acullá, ver como los sureños instalan juegos pirotécnicos como máscaras para el dolor que sí hay.
Mi realidad no alcanza para una celebración, la ve inútil, carente de sentido, opiácea, como lo hacían en la antigua Roma, “Pan y Circo para el pueblo”. Así que quien me diga que no nos podemos dejar vencer por el dolor y permitir que nuestro espíritu se quebrante y por eso debemos asistir a gritar viva México, Viva Hidalgo, Viva “La Corredora doña Josefa Ortiz”, y bailar y olvidarnos de que en esa misma plaza han dejado decapitados, estoy en desacuerdo con esa idea. Para mí todo eso, sólo alcanza a calificarse como circo.
No desdeño el esfuerzo de aquellos que construyeron este país, reconozco su trabajo, solamente disiento en la necesidad de gritar su nombre para honrarlos, más bien yo tengo otras maneras de ensalzar su memoria, sin necesidad de gritar en una plaza.
Y el reconocer el esfuerzo, pus el que verdaderamente hicieron, porque hay tantas cosas oscuras, tantas historias inventadas para crear un falso nacionalismo, un falso amor por los niños héroes que se aventaron enredados en una bandera, que al menos eso me enseñaron en la primaria, para luego desmentir la versión durante la universidad. Bien dicen que la historia la escribieron los vencedores, así que ni de la historia me fío.
Este 16 de septiembre, no señor presidente, no voy a gritar ¡Que Viva México y que Viva la Bandera Nacional!... no siento felicidad, los recuerdos no me dejan, tengo un baúl lleno de gritos que borran cualquier festejo. (qué por qué le hablo a él… pues porque el firma una carta y una bandera a mi casa, él único que me ha invitado a celebrar)
una ambulanciaaaa! (gritos de dolor)
En cuanto salga te despides del mundo (el asesino entró a su casa)
Dame todo lo que traigas (clic)
¿Por qué tan solita? (Le pasó un brazo al cuello)
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¿... entonces?