Roles y existencia
Publicado por Níquel , viernes, 9 de julio de 2010 6:34
Odio tu presencia porque lo desborda todo.
Abro la puerta que tú cierras cada mañana,
y al entrar encuentro consonantes y pisadas
ordenadas como partitura de una canción Gardeana.
Eres la silla donde quiero sentarme
y no lo hago
porque tengo un respeto idiota por lo que tocas
y todo tiene tus huellas en mi casa,
por eso me quedo a la mitad de la cama
encogida
rodeada de tu presencia
inmóvil
silenciosa
porque temo ordenar tu olor en pequeños frascos de colores
y a tu voz ponerle cintas y letreros,
al beso que me diste el lunes
y que flota junto a los geranios
le colgaría una tela con letras enciclopedistas
que dijeran claramente
“Este es el beso que Él me dio el lunes”.
Odio tu presencia porque en mi cuerpo
hay más de ti
que de mi misma,
las sillas son del mismo color que tus ojos
y la madera de la puerta huele como tu piel,
si me acuesto en la alfombra
al cabo de minutos
empieza a tomar la forma de tus manos y tus pies,
el sonido sabe a ti y la luz se siente como tu cabello.
Mis objetos todos son de ti
yo misma soy de ti.
Pero toda pertenencia se acaba cuando llegas
porque es cuando existo yo
cuando tomo posesión del aire
y de los colores
del sonido
de ti
y de mi misma.
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¿... entonces?